lunes, 1 de marzo de 2010

ACANTILADO ROJO (CHI BI, 2008 & CHI BI XIA: JUE ZHAN TIAN XIA, 2009, JOHN WOO)

Título Original: Chi Bi/ Chi bi xia: Jue zhan tian xia
Año: 2008/ 2009
Nacionalidad: China
Duración: 146 min./142 min.
Director: John Woo
Guión: John Woo, Chan Khan, Kuo Cheng, Sheng Heyu
Actores: Chen Chang, Yong Hou, Jun Hu, Tong Jiang, Takeshi Kaneshiro, Tony Leung Chiu Wai.

Sinopsis: Año 208 d.C., en el norte de China, el primer ministro Cao Cao , con la intención de usurpar el trono del Emperador Xian, de la dinastía Han, acusa a los señores de la guerra Liu Bei y Sun Quan, del sur de China, de ser unos rebeldes que conspiran en contra de la dinastía. Aunque el Emperador Xian se niega inicialmente a iniciar una guerra, los engaños de Cao Cao acaban fructificando y es puesto al mando del Ejército Imperial. Una guerra dará inicio, enfrentando a un ejército compuesto por 800.000 hombres al mando de Cao Cao contra tan solo 100.000 luchando al lado de Liu Bei y Sun Quan.



El regreso, por la puerta grande, de John Woo al cine chino, se ha saldado con dos películas de cerca de 150 minutos de duración cada una y con un presupuesto que ya está considerado el mayor de la historia del cine de su país.
Para los que nos enamoramos, en nuestra adolescencia, de las filigranas visuales de John Woo, cobijado en Occidente bajo el ala protectora del paladín del cine oriental más actual, Quentin Tarantino, y que luego, con el paso de los años, hemos ido alejándonos de su cine apabullante y espectacular, pero en demasiadas ocasiones excesivamente naiff y tontorrón, ese “regreso” no hace más que confirmar “a lo grande” los defectos de su cine, que se sitúan, lamentablemente, muy por encima de sus aciertos.
“Red Cliff” tiene previsto su estreno alrededor del mundo en una única película, de unas dos horas y media, que condensará las casi 5 horas que suman las dos partes del film chino.
Para los que piensen que ese tipo de destrozo no vale la pena ni verlo, pueden acercarse al film íntegro a través de los canales alternativos conocidos por todos.



Conceptualmente, “Red Cliff” bascula entre los dos aspectos más habituales en las películas de John Woo: por un lado, escenas épicas, de una gran espectacularidad y violencia, y con grandes movimientos de masas (se trata de un film en el que un ejército compuesto por 800.000 soldados se enfrenta a otro de “solo” 100.000), abundantes dosis de ralentíes, coreografías de artes marciales alternadas con lucha con espada, etc.; por otro lado, momentos de, en teoría, poesía visual y relax dramático, que Woo filma con una impetuosidad y afectación visual digna, en muchos momentos, de un extenso comercial para televisión, y que no dejan decaer el ritmo de la función en ningún momento, pudiendo decirse que los momentos épicos y los dramáticos están “homogeneizados” en su ritmo por las labores de montaje, que marca cambios de plano cada 4-5 segundos, cuando no muchos menos. En todo caso, hay que dejar claro que Woo concibe su propuesta no tanto como una película histórica sino como una especie de estilizado comic con personajes prácticamente inmortales y extraordinariamente habilidosos en el arte de la guerra. La historia narrada en “Red Cliff” es una especie de equivalente oriental a la batalla de las Termópilas, que enfrentó a 300 espartanos contra miles de persas.



Woo esquiva cualquier profundidad relativa a los personajes, optando por una rápida y simple definición de los mismos que posibilite al espectador la identificación inmediata de cada uno de ellos a través del conocimiento previo de sus habilidades o caracterización visual, vestimenta, etc. Más allá de eso, pocas dudas morales atormentan a los personajes, en ésta, o en cualquier otra de las películas del director chino, quizá con la salvedad de los antagonistas con identidades intercambiadas de “Cara a Cara” (Face/Off, 1997).

La poesía visual de Woo se revela muy naïff, mostrando el director chino una evidente tendencia hacia lo sentimental más blando, como muestra con clarividencia la secuencia con el pequeño flautista que conmueve a todas las tropas, además de “transportar” mentalmente a un personaje, interpretado por el astro chino Tony Leung, hacia la grandeza y serenidad de las montañas, el cielo y la naturaleza: John Woo funde los planos del actor, embelesado por el sonido de la flauta, con imágenes, de una gran fotogenia, de bellos parajes montañosos.



Una secuencia que, en manos de Akira Kurosawa o Kenji Mizoguchi, hubiera resultado, con mucha probabilidad, un logro artístico, en manos del director chino se convierte en un mero reclamo para las taquillas: ya se sabe, cine con “sensibilidad”.
Es interesante constatar que, con todos sus defectos, Woo todavía concibe su cine-espectáculo con una cierta coherencia formal: pese al torbellino de planos que muestran algunas secuencias, el director chino permite que el espectador pueda “leer” la continuidad de los mismos con bastante comodidad, sin sentirse exageradamente perdido en el contexto espacial en el que transcurren las situaciones más caóticas. El director chino busca los raccords espaciales entre acciones visualizadas por multitud de cámaras (a diferencia de películas como la trilogía de Bourne, que directamente reniegan de cualquier sentido narrativo del espacio, adorando el lenguaje fulminante del video-clip más rancio y torpe). En una de las secuencias más apabullantes y largas del film, el ejército “pequeño” adopta una formación de guerra, teóricamente anticuada, llamada de “Tortuga”, en la que los soldados se distribuyen por el campo de batalla en grupos reducidos, y separados los unos de los otros, al modo de los diferentes escudos que forman el caparazón de una tortuga, mientras el ejercito enemigo y “grande” ataca desordenadamente, distribuyéndose por las diferentes “calles” que “delinean” los grupos separados.
John Woo consigue hacer visualmente comprensible esta estrategia, que uno de los planos de la secuencia hace completamente explícita para el espectador al mostrar una imagen general del desarrollo de la batalla para, al instante, sobre-impresionar sobre la misma el caparazón real de una tortuga, dejando clara la conformación de las distintas células del ejercito “pequeño” y la forzada disgregación del ejército rival.



En otro momento del film, un personaje sitúa en primer término del encuadre una pluma de ave, ocultando y mostrando varias veces con la misma al grupo de soldados que hay en un término más lejano a cámara: el personaje compara visualmente a los distintos grupos de hombres a sus ordenes con las alas y el cuerpo de un ave.
La comparación de personas con animales es algo extraordinariamente habitual en la cultura china, como muy bien sabrán, sin ir más lejos, los aficionados a las artes marciales.
Para finalizar, mencionar la curiosa secuencia que desarrolla un partido, de un deporte muy similar al fútbol: una recreación histórica de un deporte habitual en aquella lejana época, y es que los chinos fueron pioneros en muchas cosas.

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