martes, 13 de abril de 2010

CINCO MINUTOS DE GLORIA (FIVE MINUTES OF HEAVEN, OLIVER HIRSCHBIEGEL, 2009)

Título Original: Five Minutes of Heaven
Año: 2009
Nacionalidad: Reino Unido, Irlanda
Duración: 89 min.
Director: Oliver Hirschbiegel
Guión: Guy Hibbert
Actores: Liam Neeson, James Nesbitt, Anamaria Marinca, Juliet Crawford,  Niamh Cusack, Mark David.

Sinopsis: Transcurre el año 1975; Alistair Little es católico y Joe Griffen es protestante, pero ambos viven en la ciudad de Lurgan, en Irlanda del Norte, en una época de  gran actividad del IRA (Irish Republican Army). Un ciudadano católico es amenazado de muerte por los protestantes y, en contrapartida, el joven Alistair decide amenazar a James Griffen, un protestante. La tensión alcanza su punto culminante cuando Alistair asesina a sangre fría a James ante la mirada del hermano pequeño de este, Joe. Mucho tiempo después, en el año 2008, un canal de televisión pretende lograr la simbólica reconciliación entre el asesino (Alistair) y el hermano de la víctima (Joe) ante miles de telespectadores, pero el imprevisible comportamiento de un traumatizado (por el fatídico acontecimiento) Joe amenaza con dar al traste con esas buenas intenciones.


La memoria histórica: importancia de no olvidar, necesidad de cerrar las heridas (y 2)*

Cinco minutos tocando el Cielo, una vida en el Infierno

La última película, hasta la fecha, dirigida por el alemán Oliver Hirschbiegel, tiene no poco de insólito: para empezar, una muy ajustada  duración de 90 minutos (y si alguien quiere comprobar que tiene de raro este metraje actualmente, tan sólo tiene que echar un vistazo a la cartelera para verificar la desmedida duración que presentan incluso las producciones más insignificantes; ej: el remake de "Furia de titanes" dura 118 minutos, pese a que su contenido narrativo es prácticamente nulo); en segundo lugar, una notable conjunción de planos generales y de primeros planos (estos últimos, un tipo de planificación que no pocas películas actuales "justifican" dramáticamente de cualquier forma, pese a que en realidad oculten torpemente una voluntad de abaratar costes de producción a cualquier precio y la no menos torpemente oculta poca capacidad para encuadrar medianamente bien de sus respectivos realizadores); una interesante estructura del relato, dividido con transparencia en tres bloques, en los que el guionista Guy Hibbert se esfuerza en, durante el primer bloque, transmitir al espectador el punto de vista de la realidad que tiene el adolescente católico Alistair Little, quien va a llevar a cabo el asesinato de un ciudadano protestante, para, en el segundo bloque del film, que transcurre varias décadas más tarde,  en el año 2008, trasladar al espectador al punto de vista más distanciado posible de aquel, aunque todavía más perturbado, el de Joe Griffen, el hermano de aquel chico asesinado a sangre fría; ya en su tercer bloque, el film mostrará un mayor equilibrio en la presencia visual de ambos personajes, con el indudable afán de no tomar partido, en absoluto, por ninguno de ellos. Además, "Cinco minutos de gloria" es unos de esos films, muy propios de los últimos años, que se esfuerzan en diluir las fronteras entre ficción y realidad, con una puesta en escena que, sin dejar de ser cinematográfica, voluntariosamente busca ser también documental (además de por una fotografía cuyo estilo podríamos considerar "realista" - me parece importante el entrecomillado, por que este tipo de adjetivos, aplicados al cine, son evidentemente discutibles -, también existe en el film una importante presencia de planos rodados cámara en mano, que, por cierto, en contra de lo que viene siendo  habitual, en este caso concreto aparecen bastante controlados. Por si esto fuera poco, lo más inusual de la propuesta se encontrará en la importante carga de ironía que muestra el film respecto a unos acontecimientos (y unos personajes) habitualmente tratados con una seriedad que roza la vehemencia, logrando con ello, paradójicamente, una visión nada maniquea de una realidad (la de Irlanda del Norte a lo largo de varias décadas, hasta el alto el fuego logrado hace tan solo unos pocos años), que, afortunadamente, empieza a perderse en el horizonte. La nacionalidad alemana de Hirschbiegel probablemente sea una de las causas de ese mayor objetividad hacia los acontecimientos que se narran, aunque ello no revierta en una menor implicación emocional, por parte del realizador, hacia sus personajes.


El primer bloque del film, de unos 20 minutos de duración, presenta una buena cantidad de detalles (narrativos y expresivos) interesantes: mientras el adolescente Alistair Little termina de engalanarse frente a un espejo (su vestimenta indica claramente que el chico parece prepararse para irse de fiesta; además, consecuentemente, la aparición de una (sic) espinilla en su mentón parece preocuparle), otros dos chicos de la misma edad se afanan por robar un coche, aunque su intento resulta frustrado por alguien que les grita cerca del lugar del robo. Al mismo tiempo que estos acontecimientos tienen lugar (se trata de acciones que transcurren paralelamente en el tiempo), Joe Griffen, un chico de unos 10 años, golpea una pelota de fútbol contra la fachada de su casa, y su hermano James recién llega al hogar con su furgoneta después de una jornada de trabajo. Alistair sigue preparándose para irse de fiesta, busca una caja debajo de la cama y la abre: los objetos que se encuentran en el interior, muñecos de peluche y otros objetos infantiles, ponen al descubierto que el joven no hace mucho que ha entrado en la pubertad, aunque el hallazgo (para el espectador), entre los objetos, de una pistola, y sus correspondientes balas, envuelta en un trapo, añaden un poso de inquietud a lo visto hasta el momento y, por supuesto, a lo que vendrá a continuación: los dos ladrones vistos anteriormente logran, por fin, arrancar un coche ajeno, gracias a unas precisas acciones simultáneas habilmente ejecutadas por ambos: ya no quedan muchas dudas de que entre el robo del coche y la pistola de Alistair parece existir una cierta relación: efectivamente, un cuarto joven pasan a recoger por su casa al armado Alistair, reuniéndose los cuatro poco después en un descampado. Más tarde, los amigos paran el vehículo frente a una casa, y Alistair mira hacia una de las ventanas de la misma: un hombre se deja ver y Alistair asiente con la cabeza; entonces, el joven muestra la pistola a sus acompañantes y pasa a explicarles el plan: se trata de dirigirse a la casa de James Griffen para matarle a balazos, ya que el joven ha ninguneado las amenazas contra su persona vertidas por el propio Alistair en respuesta a una amenaza de los protestantes hacia uno de los suyos. Finalmente, el vehículo se dirige a cumplir su nefasta misión y, tras un tenso encontronazo de los pasajeros con unos jeeps del ejército, este aparca cerca de la casa de James. Alistair sale del coche, se acerca al lugar, y desde una de las ventanas dispara varias veces al salón, matando fríamente a su víctima. Perpetrado el asesinato, los cuatro integrantes del vehículo se dirigen a un pub musical, con la intención de "dejarse ver".


Durante este primer bloque del film, Hirschbiegel coordina, con muy buen criterio, planos generales y primeros planos. Respecto a estos últimos, merece la pena destacar algunos de los primeros planos dedicados a Alistair; ej: 1) los que muestran el rostro excitado de Alistair, mientras el coche en el que viaja va camino de su objetivo, momento en el que el realizador alemán intercala planos detalle de la pistola que el joven sujeta entre sus manos; 2) el primer plano de Alistair observando al aterrado Joe, tras haber consumado el asesinato del hermano mayor de este; 3) tras el asesinato, los cuatro terroristas se dirigen a un descampado para quemar el coche en el que han viajado; un plano muestra a Alistair, en primer término de la imagen y a la derecha del encuadre, y a uno de sus compinches a la izquierda del encuadre y en un término más alejado de cámara: ambos contemplan como arde el vehículo, mientras el rojo del fuego "mancha" sus rostros; 4) el primer plano que fija la mirada excitada, triunfal, de Alistair al entrar (como dice el joven, "entraremos en el bar midiendo tres metros") en un pub musical tras su acto "heroico".
Estos planos no son, por supuesto, lo único interesante del fragmento: del mismo modo que la madurez de Alistair para llevar encima una pistola es puesta en evidencia gracias a detalles fundamentalmente visuales (la espinilla que "mancha" su mentón, los juguetes que todavía guarda en una caja), sus amigos, los ladrones de coches, no andan muy lejos en este sentido de aquel: una vez arrancado, uno de los chicos descubre, en uno de los asientos traseros del vehículo, una bolsa con bollos de huevo, que no tarda en devorar con fruición junto a su compañero, y cuya aparición parece provocarles mayor excitación y felicidad que el propio robo del coche. En otro orden de cosas, Hirschbiegel sugiere el perfil psicológico de Alistair a través de una canción que este pone en su tocadiscos pero, sobre todo, al hacer coincidir unos reveladores versos, que dicen como sigue: "I´ve been waiting much too long, for this moment to come along. Oh yeah!", con el momento en el que el joven contempla extasiado la pistola y sus correspondientes balas.
Los primeros planos mencionados, los versos de la canción, los bollos y los olvidados juguetes infantiles: elementos todos ellos que logran una espléndida (y cinematográfica) introspección psicológica de los personajes.
La excelente labor de fotografía, por su parte, retrata admirablemente la atmósfera húmeda, lluviosa y grisácea de Lurgan, contribuyendo de ese modo al aspecto documental que persigue Hirschbiegel en todo momento, y otro sutil detalle narrativo realza todavía más la construcción de este conjunto de secuencias: los planos que muestran al pequeño Joe golpeando una pelota contra la fachada de su casa (el pequeño, en sus propias palabras, quiere batir un récord) se intercalan con los otros fragmentos anteriormente descritos, en una progresión temporal del relato que va de la tarde al anochecer del mismo día. Del mismo modo que el asesinato tendrá lugar de noche, la aspiración de récord de Joe se romperá instantes después de que el coche en el que viajan Alistair y sus compinches aparque cerca de la casa de su víctima: cuando Alistair toma posición frente a la ventana para disparar al interior de la casa y matar a James, Joe sale de debajo de la furgoneta de su hermano, a donde a ido a parar su pelota: esa "ruptura" de la continuidad en el juego de Joe devendrá fatídica anticipación de la muerte de su hermano, como si un equilibrio se viera roto de ese modo por su "torpeza".


Tras el asesinato perpetrado por Alistair, un movimiento de cámara acompaña por la espalda los pasos del pequeño Joe hacia el salón de su casa, espacio en el que contemplará paralizado el cuerpo masacrado de su hermano. Hirschbiegel inserta en la secuencia un plano detalle de un cuadro roto y ensangrentado (por las salpicaduras de la sangre de James) de un gato: una visión que impactará a Joe y devendrá origen de un trauma infantil que se prolongará hasta el año 2008, tiempo narrativo en el que dará inicio el segundo bloque del film.
Joe toma el protagonismo del film en esa última secuencia del primer bloque narrativo, y la primera secuencia del segundo bloque dará inicio directamente con él, al cual un chófer conduce a la casa que un canal de televisión ha escogido como escenario del reencuentro entre Alistair y Joe.
 Si la primera parte del film estaba dominada por la tensión y la seriedad de los acontecimientos, la segunda parte estará dominada por una distanciadora ironía (que surge del desequilibrio mental que arrastra Joe, y que irrumpe en el film a partir del instante en el que la madre del mismo le culpabiliza de la muerte de su hermano James, y de no haber intentado golpear al asesino "con una botella de leche o algo"), que romperá con todas las expectativas dramáticas (preconcebidas) del espectador.  Quiero destacar los paralelismos que establece visualmente Hirschbiegel entre Alistair Little y Joe Griffen: - SPOILER - si en el primer bloque narrativo Alistair comprobaba la mejor manera de ajustarse una pistola al cinturón, en este segundo bloque será Joe el que ocultará, también en el cinturón de sus pantalones, un cuchillo con el que pretende asesinar a aquel; si las complicaciones técnicas de un rodaje televisivo obligarán a Alistair a recomenzar una segunda vez las palabras que ha memorizado para la ocasión, Joe deberá filmar también dos veces un complicado movimiento de cámara que la primera vez no ha salido a la perfección.

La segunda toma del discurso antes las cámaras de Alistair Little da pie a Oliver Hirschbiegel para un espléndido movimiento de cámara que, al mismo tiempo que traza un recorrido de 180º por el plató, establece una progresión visual de plano general a primer plano del interlocutor, en una modélica demostración de que, en muchas ocasiones, se puede lograr una mayor intensidad recurriendo a las tomas largas que a una fragmentación desganada y convencional.
El tercer bloque narrativo del film guarda, en mi opinión, un ajustado equilibrio respecto a los dos anteriores, y prolonga hasta el final las intenciones de realizador y guionista de desmontar las expectativas del espectador.


"Cinco minutos de gloria" me parece, a tenor de las películas dirigidas por Oliver Hirschbiegel que he tenido la oportunidad de ver (las otras son "El experimento, 2001", la irregular y sobrevalorada "El hundimiento, 2004", y la irregular pero excesivamente denostada - pues no carece de interés - "Invasión, 2007") la obra más lograda hasta el momento del realizador alemán. Además, la película ofrece la posibilidad de disfrutar del trabajo de un excelente conjunto de actores, entre los que se encuentran Liam Neeson (aquí interpretando "de verdad", no como en esa broma cinematográfica que es el remake de "Furia de titanes" perpetrado por Louis Leterrier, film en el cual sólo sale aceptablemente bien parada, en el apartado interpretativo, la breve aparición de Pete Postlethwaite), el brillante James Nesbitt, que consigue dotar a su personaje de una profundidad humana poco habitual en el cine de hoy en día, o la excelente actriz rumana Anamaria Marinca.

Recomiendo, a quién se lo pueda permitir, complementar el visionado de este film con otros estrenos recientes: "Ciudad de vida y muerte", de Lu Chuan, y "Ajami", de Scandar Copti y Yaron Shani. Las tres películas ofrecen sendas (y nada despreciables) visiones de unos conflictos que conviene no olvidar: la guerra chino-japonesa en el caso del film chino; la difícil convivencia entre musulmanes, cristianos y judíos en el barrio de Ajami, en la ciudad de Jaffa, en el caso de la película israelí; los traumas surgidos en Irlanda del Norte durante los años de mayor actividad del IRA en el caso que nos ocupa. Sí, en el caso del film de Oliver Hirschbiegel, la herida abierta (o trauma) arrastrada durante décadas por Joe, y provocada por el asesinato de su hermano, debe cicatrizar, muchos años después, para dar paso a la Vida, Lu Chuan, en "Ciudad de vida y muerte", parece pensar de forma similar: también un niño, envejecido prematuramente por la guerra, demostrará capacidad para dejar atrás el horror y abrazar con entusiasmo la Vida. La conclusión de "Ajami", en cambio, es mucho más desesperanzada y pesimista.


* Se recomienda complementar la lectura de este escrito y el visionado de este film con los respectivos escritos y visionados  de "Ciudad de vida y muerte" y "Ajami".

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