miércoles, 24 de febrero de 2010

LA NOCHE ES NUESTRA (WE OWN THE NIGHT, 2007, JAMES GRAY)

Título Original: We own the night
Año: 2007
Nacionalidad: Estados Unidos
Duración: 117 min.
Director: James Gray
Guión: James Gray
Actores: Joaquin Phoenix, Eva Mendes, Danny Hoch, Robert Duvall, Mark Walhberg, Alex Veadov.


SINOPSIS: Robert Green, el encargado de un club nocturno de Brooklyn, recibe una propuesta de la mafia rusa para convertirse en distribuidor de una nueva droga. Enterados del turbio asunto, dos policías, Burt y Joseph, respectivamente padre y hermano de Robert, alertan al joven del error que puede cometer manteniendo contactos con esos individuos y al poco llevan a cabo una redada en su club, en la que resultan detenidos varios rusos, entre ellos el peligroso Vadim Nezhinski. Los amigos de Vadim organizan una emboscada a Robert y su padre, escoltados por la policía, y Burt muere trágicamente. Robert decide ingresar en el cuerpo de policía con la finalidad de llevar a cabo una venganza.


La tercera de las cuatro películas dirigidas hasta la fecha por James Gray, tras “Cuestión de sangre” (Little Odessa, 1994) , “La Otra Cara del Crimen” (The Yards,  2000), y la todavía no estrenada en España "Two Lovers, 2008", es también la más intensa. Los excelentes títulos de crédito, que muestran un conjunto de fotografías en blanco y negro que trazan un pequeño recorrido por la trayectoria del cuerpo de policía de Nueva York (ese que adopta como lema la frase “we own the night”), son seguidos por una enérgica secuencia, estilizada y elegante, al son del “Heart of glass” de Blondie (canción que en la actualidad vive una reivindicación cinematográfico a cargo de directores de lo más diverso: el catalán José Luís Guerín la emplea en una excelente secuencia de su última película, “En la Ciudad de Sylvia, 2007”, y el norteamericano David Lynch en un reciente anuncio de TV), que perfila el ambiente en el que se mueve y la vida que vive el protagonista de la película,  Robert Green (excelente Joaquin Phoenix) , acompañado por su bella novia Amada Juárez (Eva Mendes). Existencia marcada por la superficialidad y las falsas apariencias (aspecto resaltado visualmente en la siguiente secuencia en la discoteca, mediante un travelling lateral que recorre a lo largo un espejo en el que se hallan reflejados los clientes sentados a una barra del local, es decir, un movimiento de cámara que recorre la apariencia de esas personas). Los títulos de crédito y la primera secuencia del film, montados consecutivamente, señalan la intromisión que un cuerpo de represiones individuales como es el policial ejercerá en la vida en plena libertad de Robert. Intromisión que vendrá condicionada, en primer lugar, por la pertenencia, en importantes cargos, de Burt y Joseph, respectivamente padre y hermano de Robert, al cuerpo de policía; y en segundo lugar, por los trágicos sucesos que sacudirán las existencias de Robert y su familia en el devenir narrativo de la película. 


El talento de Gray queda reflejado en la habilidad con la que el realizador maneja un guión que se adscribe a la más pura tradición del thriller norteamericano (y cuyos personajes habituales, mafiosos y agentes de la ley, directores como Coppola, Scorsese, Michael Mann y muchos otros, llevan años retratando como si de “unidades familiares” se tratara, con todo lo que ello comporta), pero sobre todo por su capacidad visual, su sólida dirección de actores y otros aspectos que intentaremos concretar seguidamente.

Gray establece mediante el uso del color y el vestuario el contraste existente entre Robert y el resto de su familia. Robert y su novia visten, durante parte de la película, sendas prendas rojas, erigiéndose este color en símbolo de su libertad personal. En cambio, su padre y su hermano tienden a una indumentaria presidida por la sobriedad estilística, cuando no directamente a la impersonalidad que les brinda el uniforme oficial del cuerpo de policía del que forman parte.
La secuencia que muestra a Robert rodeado de policías y familiares de los mismos, en una celebración del cuerpo de policía, deja bien claras una sobriedad y, no nos engañemos, un conservadurismo en la forma de vivir de “los demás” (ejemplificada en parte por vestuarios más sobrios que los que acostumbran a vestir Robert y la gente propia del ambiente nocturno por el que este acostumbra a moverse) que no casan en absoluto con las ansías de libertad del joven.


Más importante es la progresión dramática que se marca Gray con el color rojo una vez Robert sufre un trágico golpe en su vida que le mueve a ingresar en el cuerpo de policía: el personaje viste un característico traje de agente policial, pero una gran tela roja está situada tras él mientras se le toman las fotografías de ingreso en el cuerpo. La sobriedad de Robert es aparente, y su cambio personal viene determinado no por un acto voluntario de redimir sus pecados personales, sino por la voluntad de llevar a cabo una venganza amparándose en la ley. El color rojo tiene, a lo largo del metraje, un uso dramático relacionado, principalmente, con el personaje de Robert.

En el uso del espacio, Gray también se revela hábil y coherente; ej: 1) El padre y el hermano de Robert, junto a otros hombres del cuerpo policial, buscan, en el marco de una iglesia, la redención del rebelde joven; un espacio que lleva aparejado un concepto moral de las cosas que alguien como Robert está muy lejos de tolerar; 2) Robert entrando en un campo de trigo, al que previamente se le ha prendido fuego, a la caza definitiva del causante de sus desgracias. El espacio ocultará a todos los restantes miembros del cuerpo de policía la acción vengativa de Robert (consentida y aceptada, aunque no presenciada, por todos sus compañeros del cuerpo de policía) y además será empleado por el director con evidentes intenciones atmosféricas y simbólicas (el humo que emerge del trigo deviene símbolo de la niebla emocional que empaña la percepción del protagonista).


Asimismo, la breve incursión de Robert, como infiltrado de la policía, en el antro dónde trabajan la droga los traficantes, se ve reforzada por elementos de atrezzo: un mechero, que devendrá objeto capaz de desviar a Robert de su elección vital: vivir libre, y además será el catalizador de la violencia que se apoderará de esta secuencia; y más interesante desde el punto de vista de la planificación, el uso de la mascarilla que lleva el protagonista, ocultándole parte del rostro, que permite al director acortar la escala de los planos de forma justificada, de tal manera que solo los ojos de Robert (su mirada) serán los que transmitirán al espectador la creciente tensión del personaje ante los turbios manejos de los traficantes.

Ese mismo uso de los planos cerrados reaparece con fuerza en la secuencia de la persecución bajo la lluvia, en la que James Gray combina este tipo de encuadres (en este caso de Robert al volante de un coche) y los correspondientes contraplanos desde el punto de vista del personaje, que muestran de forma sugerente el muy violento asedio, a Robert y a los coches de escolta policial que le acompañan, llevado a cabo por los traficantes. La abundante lluvia que cae sobre el parabrisas del coche es empleada por Gray como si de un desenfoque de la imagen se tratara, logrando transmitir al espectador con este elemento la tensa y inquieta percepción visual, debido a la falta de visibilidad, que del acontecimiento tiene Robert.


Lo dicho hasta el momento hace referencia a una pequeña parte del trabajo formal de James Gray en esta película; desde luego, se podrían mencionar otros aspectos o ampliar los mencionados, pero ello requeriría de mucho más espacio y tiempo.

Hasta la fecha, los tres films de Gray evidencian el interés del realizador por los senderos morales que transitan sus personajes, pero el director no juzga a sus personajes ni evidencia cual es el camino recto a seguir por los mismos, simplemente empuja a sus protagonistas a emprender turbios trayectos de carácter moral que ponen en tela de juicio el propio funcionamiento de las leyes y la moralidad de las personas en situaciones extremas. En el caso que nos ocupa, la policía centra parte importante del discurso temático de la película, actuando como una gran familia, cuyo mecanismo interno no resulta muy distinto al propio de las familias mafiosas, posicionándose sus integrantes en un nivel moral superior al resto de ciudadanos y encubriendo cuando se tercia las turbias decisiones tomadas por sus miembros.



2 comentarios:

  1. Saludos,

    WE OWN THE NIGHT es mi favorita de todas las de Gray, y todas me gustan muchísimo. No hace falta decir mucho más de lo que dices, sólo añadir que me parece un thriller dotado de una impresionante religiosidad (los detalles son muchos a lo largo de la película, pero quizás yo me quedaría con uno temprano y premonitorio: el "amén" que se oye proveniente de la reunión de policías mientras Phoenix y Mendes se besan apasionada y despreocupadamente...). Todas las películas de Gray tratan de renuncias asumidas, abocadas, dolorosas, necesarias...

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  2. Hola Mario,

    realmente habría muchas cosas que añadir a lo ya dicho respecto a la construcción narrativa y visual de la película: ¿qué decir de ese momento, que tiene lugar en la primera secuencia que transcurre en la discoteca, en la que Robert Green se desplaza por el interior del local cruzándose brevemente con Vadim y su mano derecha, sentados a una mesa, cuando ni tan solo el espectador conoce el papel de ambos personajes en el devenir dramático de la película? Otro elemento que indica lo trabajado de la puesta en escena de James Gray y el interés que tiene este en trabajar constantemente los aspectos fatalistas y trágicos de su relato. "La noche es nuestra" tardó más de un año en estrenarse comercialmente en España. "Two lovers" todavía no ha sido estrenada y es una película del 2008. Veremos que evolución tiene la carrera de este director en el muy titubeante panorama cinematográfico comercial internacional.

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