viernes, 26 de febrero de 2010

EL LUCHADOR (THE WRESTLER, 2008, DARREN ARONOFSKY)

Titulo Original: The Wrestler
Año: 2008
Nacionalidad: Eua
Duración: 115 min
Director: Darren Aronofsky
Guión: Robert D. Siegel
Actores: Mickey Rourke, Marisa Tomei, Evan Rachel Wood, Mark Margolis, Todd Barry, Wass Stevens


Sinopsis: Randy "The Ram" Robinson fue, en los años 80, una estrella del wrestling, pero ahora malvive desempeñando trabajos poco dignos. Randy prolonga su trayectoria como luchador combatiendo en un circuito de luchas de baja categoría, pero intenta hallar un poco de luz para su vida intentando rehacer la malograda relación con su hija Stephanie, al mismo tiempo que busca establecer una relación amorosa con una stripper llamada Cassidy.




Erigida sobre un mar de tópicos argumentales y con un puñado de personajes arquetípicos, este film de Aronofsky termina por ser una interesante película, también la más sencilla hasta el momento de su breve filmografía, que logra una buena nota en prácticamente todos los objetivos, no excesivamente ambiciosos, que se marca el realizador.
Los anteriores films de Aronofsky, “Pi”, “Réquiem por un sueño” y “La Fuente de la vida”, que dejaban claro el talento visual de su director pero también su muy irregular capacidad narrativa, dan paso, con “The Wrestler”, a una línea argumental minimalista y intimista, y a un empaque formal que deja de lado piruetas técnicas y efectos especiales para centrarse en la evolución de su personaje protagonista, recurriendo constantemente a una cámara al hombro que sigue continuamente al personaje, buscando dotar de cierto aire documental a la película.




El drama de Randy “The Ram” Robinson, preñado de melancolía y tristeza, y apoyado en una notable interpretación a cargo de Mickey Rourke, se distancia de tontorrones y épicos regresos deportivos a lo “Rocky Balboa” para acercarse a modelos más nobles como la brillante “Fat City”, dirigida por John Huston. Randy, vieja gloria de la lucha libre, sabe que su tiempo ya pasó y solo intenta asumir, tras patéticos intentos por ganarse la vida de otro modo, que el único lugar en el que ha sido aceptado por todos (compañeros y espectadores) es, precisamente, el de la lucha libre, y hacia el final de la película su toma de conciencia final al respecto le llevará incluso a dejar de lado la promesa de un futuro (quizá) distinto al lado de la chica a la que quiere, Cassidy (Marisa Tomei), que parece aceptar mantener una relación afectiva con él.
Es evidente que “The Wrestler” destaca por otras razones, al margen de su guión, medido y coherente, pero absolutamente predecible. Lo mejor, como siempre debería ser al hablar de cine, se encuentra en las soluciones de puesta en escena que halla Aronofsky.




Una de las mejores ideas la encontramos en la secuencia en la que Randy, como casi siempre en la película, es seguido por la cámara mientras se dirige a su primera jornada en su nuevo trabajo en una carnicería: cuando Randy se halla tras las cortinas que delimitan el espacio externo y el de la propia carnicería, el personaje se para un momento y parece reflexionar mientras en la banda de sonido Aronofsky introduce los gritos de júbilo del público habituales en uno de los combates de Randy. Cuando el personaje cruza esa “frontera” física, el barullo enfervorecido desaparece bruscamente. Definitivamente, Randy es consciente del cambio que ha tenido lugar en su vida; mientras que en el pasado cruzar un umbral en los estadios de lucha libre siempre le resultaba gratificante, ahora ese aliciente ha desaparecido, quizá para siempre, de su vida.



En otra secuencia, el director hace un uso sencillo pero muy eficaz del montaje dentro del plano, sin necesidad de recurrir a varios cortes. Estoy hablando de la secuencia en la que Randy intenta convencer a su hija de que él ha cambiado; tras una emotiva conversación cara a cara, Randy y su hija caminan, separados el uno del otro por unos pocos metros; la chica parece aceptar el cambio prometido por su padre y finalmente corre a cogerse del brazo de Randy: el cambio de sentimientos en la chica viene determinado por ese cambio en la escala del plano realizado mediante el desplazamiento de la actriz del segundo término que ocupa en el plano hasta el primer término que ocupa Randy.
Estas pequeñas ideas visuales devienen verdaderamente importantes para comprender que el trabajo de Aronofsky es sencillo pero en ningún caso simple, y que sus decisiones benefician y otorgan dignidad al material que tiene entre manos.
El director se apoya, como ya he dicho líneas arriba, en la interpretación de Mickey Rourke, pero también en las notables Marisa Tomei y Evan Rachel Wood, a cargo de los papeles de Cassidy y de la hija de Randy, respectivamente. Dos personajes también harto convencionales, pero que como mínimo logran despertar la simpatía del espectador gracias a la labor de ambas actrices.
Otro aspecto remarcable de la propuesta es que el director prescinde completamente de una fotografía glamourosa que embellezca visualmente unos espacios que no tienen nada de atractivo, como son la carnicería, los pabellones donde tienen lugar los combates de lucha libre, o el interior del club de striptease.

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