domingo, 9 de mayo de 2010

HABITACIÓN EN ROMA (JULIO MEDEM, 2010)

Título Internacional: Room in Rome
Año: 2010
Nacionalidad: España
Duración: 109 min.
Director: Julio Medem
Guión: Julio Medem
Actores: Elena Anaya, Natasha Yarovenko, Enrico Lo Verso, Najwa Nimri

Sinopsis: Alba, una joven española, y Natasha, una joven rusa, se conocen casualmente una noche en Roma. Ambas se dirigen juntas a la habitación que Alba tiene en un hotel y deciden aprovechar las últimas horas que compartirán en la capital italiana, pues Natasha debe coger un avión el día siguiente a primera hora. Alba es lesbiana y presionará a Natasha para compartir con ella una noche de desenfreno sexual. La desnudez física de ambas mujeres irá acompañada paralelamente de una desnudez emocional a medio camino entra la verdad y la mentira acerca de las existencias de cada una de ellas.


Criaturas celestiales

Julio Medem es (aunque varios pasos por detrás de Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar o José Luis Garci), una de las cabezas más visibles y representativas que tiene el cine español de cara al mercado cinematográfico internacional. Por desgracia, el cineasta vasco, que debutó en el cine con la interesante, original y conseguida "Vacas, 1992", y prosiguió su andadura con dos películas todavía estimables, "La ardilla roja, 1993" y "Tierra, 1996", emprendió un camino, a partir de "Los amantes del Círculo Polar, 1998" y hasta la recién estrenada "Habitación en Roma", considerablemente endeble en su conjunto en lo que a logros artísticos se refiere, pretendidamente poético en su sensibilidad (aunque lo sea bastante menos, pese a que el cineasta pretenda enfatizar tozudamente esa característica, que en sus tres primeras películas) y decididamente pedante, poco natural, en sus exageradas aspiraciones para lograr ser considerado por los demás (espectadores y críticos) todo un "artista".

"Habitación en Roma" pretende erigirse en toda una oda a la belleza de la mujer (tanto a su apariencia física como a su intensidad emocional, que la puede llevar a entregarse decididamente a los demás - es decir, a sacrificarse - cuando el amor la impulsa a ello). Numerosos cineastas han logrado, a lo largo y ancho de la breve historia del cine, retratos verdaderamente complejos de personajes femeninos: los japoneses Mikio Naruse, Yasujiro Ozu y Kenji Mizoguchi; el británico David Lean; los norteamericanos Henry King, Frank Borzage y Richard Brooks; los alemanes Josef Von Sternberg, Friedrich Wilhelm Murnau y Fritz Lang, y muchísimos más realizadores de todo el globo (ni mucho menos el listado anterior, soy consciente de ello, puede ser considerado exhaustivo).

La sensibilidad de Julio Medem, muy alejada de la de los realizadores arriba mencionados, quizás sea algo más cercana, creo yo, a la de realizadores como Peter Jackson ("Criaturas celestiales, 1994", "The Lovely Bones, 2009"), o el español José Luis Guerín ("En la ciudad de Sylvia, 2007"), o a la del guionista de cómics Alan Moore (la novela gráfica "The Lost Girls, 1991-2006", con dibujos de Melinda Gebbie): todos ellos coinciden en percibir a la mujer fundamentalmente como (o casi) un personaje de fantasía ("Criaturas celestiales", "The Lovely Bones", "The Lost Girls"), cuando no decididamente inalcanzable y vanamente idealizado por el hombre ("En la ciudad de Sylvia"). En todas estas obras se da una considerable presencia de poesía visual asociada a lo femenino, aunque en ocasiones con resultados harto discutibles y blandos ("The Lovely Bones").


"Habitación en Roma" es una fantasía erótica (y también emocional, aunque en ambos aspectos se revele muy superficial) en torno a la mujer. En esencia, muy cercana a la anterior (y todavía peor) película de Medem, "Caótica Ana, 2007".

Cuando Alba (Elena Anaya) le dice a Natasha (Natasha Yarovenko) que "te voy a provocar el mejor orgasmo de tu vida", el espectador más veterano no tendrá dudas acerca del terreno que pisa: semejante frase, de puro obvia y evidente, no puede pertenecer a un creador con unas capacidades eróticas demasiado desarrolladas, sino a alguien que pretende ganarse con semejante artillería a un público fundamentalmente adolescente y púber: las frases de diálogo por el estilo abundan en el film, provocando el sonrojo del espectador: la inocencia sexual que destilan es desarmante. La relación lésbica que se establece en el film entre Alba y Natasha dista mucho de ser una relación adulta (no olvidemos que ambas actrices sobrepasan ya los treinta años), y se distancia considerablemente en erotismo, sensualidad, intensidad y convicción de la que mantenían Betty/Diane (Naomi Watts) y Rita (Laura Harring) en esa historia de amor que es, en esencia, un film tan fantasmagórico como "Mulholland Drive, 2001", de David Lynch. En la relación lésbica que muestra "Habitación en Roma" no hay aristas, no hay profundidad, no hay complejidad, por mucho que Medem crea fehacientemente todo lo contrario, al recurrir para la construcción dramática del film a las frecuentes mentiras, medias verdades, etc. que se dicen ambas mujeres una a la otra: en realidad, a Medem le preocupa bastante más que esas mentiras estén plagadas de "falso" glamour (Natasha puede ser una actriz rusa, que proviene de una rica familia que posee una lujosa isla situada en Rusia), exotismo (la historia de jeques árabes y harenes que ¿inventa? Alba) o nula credibilidad dramática (Alba revelando a Natasha que ella es una ingeniera que ha diseñado una curiosa bicicleta), etc.


La música de Jocelyn Pook (compositora muy conocida, a raíz de la banda sonora de "Eyes Wide Shut", el último film de Kubrick) más que dotar a las imágenes de Medem de una aureola etérea (como pretende), consigue todo lo contrario, dotando al film de una, todavía, mayor obviedad en sus intenciones (Medem pretende meterle con cucharazo al espectador el supuesto componente angelical de ambas muchachas, incapaz el realizador de lograr que ese aspecto se perciba más como una sugerencia que como una realidad). De hecho, lo que resulta todavía peor es que el realizador desaprovecha torpemente una interesante posibilidad narrativa que se abría para su film, y que se intuye aproximadamente hacia los 10-15 primeros minutos de metraje: Natasha decide abandonar a Alba en su habitación de hotel, en mitad de la noche, cuando esta está dormida profundamente; por lo tanto, la tan ansiada (por Alba) relación sexual no va a tener lugar. Una vez Alba se queda sola, Medem realiza un movimiento de cámara desde el personaje hasta el techo de la habitación, completamente en penumbras excepto por una franja iluminada por la luz que penetra en la habitación desde la calle. Ese movimiento de cámara abría la posibilidad a la fantasía, a un relato soñado (una ocasión pérdida en la realidad) por Alba; pero no, en lugar de optar por una cierta abstracción narrativa, Medem opta por la realidad y, lo que es todavía peor, por integrar la fantasía erótica más limpia e inocente que uno pueda imaginar en la propia realidad, logrando con ello que su film sea todavía más ingenuo y superficial de lo esperado. 


Lo más destacable del film, en mi opinión, viene a ser, por un lado, la fotografía de Alex Catalán, que sí logra extraer algo de sensualidad de los cuerpos desnudos de las dos actrices, y cuya labor posee un indudable afán pictórico y escultórico (en completa sintonía con la pretensión de Medem de ser ambas cosas, puesta de relieve constante y machaconamente en el film por la presencia de cuadros y esculturas en el interior de la habitación de hotel en la que se relacionan Alba y Natasha); y por otro lado, esa idea visual, más afortunada que casi todas las demás en el film, consistente en mostrar las supuestas procedencias geográficas de ambas chicas (Alba viene de - o eso dice - San Sebastián, y Natasha de una lujosa isla sita en Rusia) a través de Bing Maps, una herramienta de Microsoft que, al igual que el quizás más conocido Google Earth, permite contemplar con un realismo (casi) fotográfico los destinos geográficos más lejanos e inalcanzables que uno pueda imaginar, logrando alcanzar con ello el realizador vasco, por una vez, ese tono de cuento (o fábula) que tan afanosamente busca: La cámara de Bing realiza brutales aumentos, al modo de un tremendo microscopio, desde una distancia exterior al globo terráqueo hasta la mismísima terraza de la casa de Alba; aunque seguidamente Medem emplee la idea en cuestión para forzar hasta lo increíble algunos detalles argumentales (unas sillas y su disposición en la terraza de la mencionada casa de Alba, que pueden ser vistos desde Bing, y que traen a la memoria del personaje tristes recuerdos de su pasado).

"Habitación en Roma" no es, decididamente, la película que va a lograr cambiar la percepción que muchos espectadores y críticos tienen de las últimas película de Medem, y es una lástima, por que ello aleja cada vez más la posibilidad de contemplar un nuevo film de Medem con el mismo interés (sino más) que poseen "Vacas", "La ardilla roja" y "Tierra". Por suerte, siempre nos cabe la posibilidad de volver a estas a través de su edición en DVD.



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