Como
bien demuestran sus documentales Chelsea
on the Rocks (2008), Napoli, Napoli,
Napoli (2009), Mulberry St.
(2010), Searching for Padre Pio
(2015) y Piazza Vittorio (2017) –no
incluyo su reciente Alive in France
(2017), que no he podido ver, porque sus imágenes recogen actuaciones del
cineasta con su grupo–, a Abel Ferrara siempre le han interesado los personajes
marginales, especiales o singulares.
El cineasta Abel Ferrara
Si Napoli,
Napoli, Napoli y Piazza Vittorio retratan,
respectivamente, las vidas de aquellos ciudadanos de Nápoles que sobreviven,
principalmente, gracias al trapicheo de drogas en las calles, y las de los
inmigrantes o comerciantes que han convertido a una plaza de Roma cercana al
Coliseo, así como a sus calles adyacentes, en una compleja zona multiétnica –un
lugar en el que, por cierto, el actor Willem Dafoe, además de haber
redescubierto el anonimato, asegura vivir con más humildad que en Estados
Unidos–, en Chelsea on the Rocks el
realizador centra su atención en los inquilinos –pasados y actuales– del hotel
Chelsea, un famoso edificio por el cual han pasado numerosos artistas, músicos
y escritores que convirtieron el lugar en un centro cultural y artístico del
mundo bohemio de Nueva York –no escatimando información sobre aquellos que se
suicidaron o que afrontaron episodios de ansiedad o de locura–, y en Mulberry St. se dedica a reflejar la
vida de sus amigos, conocidos o vecinos de la calle Mulberry, que es
considerada una de las principales arterías de Manhattan porque comunica el
viejo centro de Little Italy con el Barrio Chino. En ella se celebran, en el
mes de septiembre, las fiestas de San Genaro, un evento que el italoamericano
Martin Scorsese retrató en su primera obra de importancia, Malas calles (Mean Streets, 1973).
Con
la excepción de Mulberry St., tanto
sus documentales italianos, que a su particular manera suponen una conexión
directa con el imaginario más reconocible de su querido Pasolini –y aquí habría
que incluir a Searching for Padre Pio,
investigación sobre Pío de Pietrelcina, un fraile y sacerdote famoso por sus
estigmas y milagros–, como Chelsea on the
Rocks indagan en aquellos aspectos del ser humano que desafían o
directamente cuestionan el sentido más tradicional (o convencional) de lo que se
entiende por moral.
Un asunto que, eso sí, Ferrara ha acertado a retratar con
mayor sentido creativo en ficciones como Teniente
corrupto (Bad Lieutenant, 1992), The
Addiction (1995), El funeral (The
Funeral, 1996) o Blackout (Oculto en la memoria) (The Blackout,
1997), películas estas dos últimas, la primera más seca y directa y la segunda
más estilizada y ambigua, que devienen igualmente atormentadas y a las que he
dedicado un artículo que la revista digital de cine Transit: cine y otros desvíos acaba de publicar.
Aprovecho la ocasión para anunciar que en el próximo
fanzine especial editado por Klowns Asesinos, que debería aparecer en
septiembre y estará dedicado a las películas de temática apocalíptica, se
incluirá una extensa entrevista con Ferrara, organizada por David Solé y
conducida por Gonzalo López, a la que
tuve el placer de asistir y que nos fue amablemente concedida por el cineasta,
el pasado sábado 2 de junio, a través de Skype.
Felicidades por tu blog, un saludo
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