jueves, 10 de noviembre de 2016

HISTORIA DE UNA PASIÓN (A QUIET PASSION, 2016, TERENCE DAVIES)


No creo que a estas alturas del año 2016 sea descabellado afirmar que los últimos diez meses han presentado una de las más estimulantes relaciones de calidad-cantidad, en lo que a estrenos cinematográficos se refiere, de los últimos tiempos. Durante ese período se han podido ver películas tan notables como Sunset Song (2016), de Terence Davies, Carol (2016), de Todd Haynes, Caballo dinero (Cavalo Dinheiro, 2014), de Pedro Costa, El hijo de Saúl (Saul fia, 2015), de László Nemes, La venganza de una mujer (A Vingança de Uma Mulher, 2012), de Rita Azevedo Gomes, La academia de las musas (2015), de José Luis Guerín, La bruja: Una leyenda de Nueva Inglaterra (The Witch: A New-England Folktale, 2015), de Robert Eggers, Elle (2016), de Paul Verhoeven, Nuestra hermana pequeña (Umimachi Diary, 2015), de Hirokazu Koreeda, Transeúntes (2015), de Luis Aller, Tres recuerdos de mi juventud (Trois souvenirs de ma jeunesse, 2015), de Arnaud Desplechin, Sully (2016), de Clint Eastwood, o tres films de animación tan recomendables como Buscando a Dory (Finding Dory, 2016), de Andrew Stanton y Angus MacLane, El cuento de la princesa Kaguya (Kaguyahime no monogatari, 2013), de Isao Takahata, y Kubo y las dos cuerdas mágicas (Kubo and the Two Strings, 2016), de Travis Knight.

 El cineasta Terence Davies

Si bien todavía sería posible añadir otros títulos estimables, desde hace apenas un mes es posible disfrutar en cines de la que sin duda merece ser considerada una de las obras más valiosas de la cosecha. Me refiero a la excelente Historia de una pasión (A Quiet Passion, 2016), también de Terence Davies, un cineasta que se mantiene en racha creativa ascendente desde hace varios años. Se trata de una extremadamente sensible (que no sensiblera) recreación del turbulento mundo interior de la poetisa Emily Dickinson. Una muy personal visión del personaje que pasa antes por la expresión de un determinado y muy torturado estado de ánimo que no por el acostumbrado seguimiento cronológico de sus experiencias más determinantes, que si bien también hallan cabida en la propuesta no por ello se adscriben a los estereotipados planteamientos que suelen caracterizar al más tradicional biopic cinematográfico. Una película imprescindible a la que he dedicado un texto que puede leerse en el siguiente enlace, que conduce directo a las páginas de Transit: cine y otros desvíos





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