A
pesar de haber transcurrido ya ¡más de tres meses! desde su publicación, doy
cuenta aquí hoy de la aparición en las páginas de la revista digital Transit: cine y otros desvíos de un
curioso dossier especial bautizado como “Momentos musicales” que sus editores convirtieron
entonces en particular terreno abonado para el ensayo breve cinematográfico. Al
mismo han contribuido una variada nómina de hasta veinticinco críticos que
desde un punto de vista estrictamente personal ofrecen un conjunto de heterogéneas
propuestas siempre centradas en aquellos momentos cinematográficos, más o menos
alejados en el tiempo, en el que uno o varios personajes de un determinado film
bailan o cantan (o ambas cosas simultáneamente) con el fin de expresar o
comunicar un determinado sentimiento interior. Al margen de los gustos
personales de cada lector, el listado de películas convocadas no tiene
desperdicio alguno, y en él encuentran cabida desde obras (o autores) de
trascendencia histórica más que contrastada hasta otras que, o bien son poco
conocidas, o bien permanecen demasiado olvidadas. En cualquier caso, en esta
ocasión lo más importante es que cada una de las propuestas se encuentra
acompañada por un oportuno video que permite descubrir (o redescubrir) aquel
fragmento o fragmentos musicales a los que cada uno de los autores se refieren
en sus respectivos textos.
El
listado por orden cronológico es el siguiente: El gran desfile (The Big Parade, 1925, King Vidor) por Quim Casas, Cléo de 5 a 7 (Cléo de 5 à 7, Agnès
Varda, 1962) por Adrian Martin, El profesor chiflado (The Nutty Professor,
1963, Jerry Lewis) por un servidor, Cría
cuervos (Carlos Saura, 1976) por Covadonga G. Lahera, Killer of Sheep (Charles Burnett, 1978) por Cristina Álvarez López,
El cazador (The Deer Hunter, Michael
Cimino, 1978) por Carles Matamoros, Corrientes
de amor (Love Streams, John Casavettes, 1984) por Guillermo Triguero, Todo en un día (Ferris Bueller’s Day
Off, John Hughes, 1986) por Óscar Brox, Voces
distantes (Distant voices, still lives, Terence Davies, 1988) por Endika
Rey, ¡Átame! (Pedro Almodóvar, 1990)
por Javier Gascón, Happy Together
(Wong Kar-wai, 1997) por Manu Argüelles, Celebrity
(Woody Allen, 1998) por Pablo García Conde, Magnolia
(Paul Thomas Anderson, 1999) por David Martínez de la Haza, Beau Travail (Claire Denis, 1999) por
Eulàlia Iglesias, Deseando amar (In
the mood for love, Wong Kar-Wai, 2000) por Antoni Peris Grao, Armonías de Werckmeister (Werckmeister
harmóniák, Béla Tarr, 2000) por Daniel Jiménez Pulido, Las reglas del juego (Rules of attraction, Roger Avary, 2002) por
Gerard Alonso Cassadó, Last Days (Gus
Van Sant, 2005) por Sergio Morera, Maradona
por Kusturica (2008, Emir Kusturica) por Roberto Amaba, Southland Tales (Richard Kelly, 2009)
por Mónica Jordan, Gamer (Mark Neveldine
y Brian Taylor, 2009) por Ricardo Adalia, The
Deep Blue Sea (Terence Davies, 2011) por Gerard Casau, Laurence Anyways (Xavier Dolan, 2012) por Arantxa Acosta, Spring
Breakers (Harmony Korine, 2012) por Nicolás Ruiz, Cavalo dinheiro (Pedro Costa, 2014) por Cloe Masotta, y, por
último, una panorámica un tanto especial, a cargo de
Violeta Kovacsics, que traza un itinerario que va de El terror de las chicas (The Ladies’ Man, 1961) de Jerry Lewis, a la mucho más reciente Her (Spike Jonze, 2013).
El
dossier, que se encuentra dividido en dos partes, se ve completado con una breve introducción que aclara el origen del
especial, el cual se remonta a nada menos que cuatro años atrás, y con un
artículo escrito al alimón por Daniel de Partearroyo y Carles Matamoros que, bajo el revelador titulo de Los karaokes en el cine, traza sin ánimo de exhaustividad alguno una determinada línea cronológica formada por películas que, o bien
contienen en su interior secuencias que anticipan el uso del karaoke en
el cine –el In
Dreams de Roy Orbison que, interpretado en
playback por Dean Stockwell, suena en un célebre momento de Terciopelo
azul (Blue Velvet, 1986) de David Lynch–,
o bien extraen un determinado sentido dramático del uso puntual, en vivo y en directo, del invento musical en
cuestión –Lost in Translation
(2003) de Sofia Coppola–.
En cualquier caso, un
menú cinéfilo tan refrescante como veraniego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario