Título Original: Das kalte Herz
Año: 1950
Nacionalidad: Paul Verhoeven
Duración: 106 min
Director: Paul Verhoeven
Guión: Paul Verhoeven, Wolff von Gordon y Marieluise Steinhauer, adaptando un cuento de Wilhelm Hauff
Actores: Lutz Moik, Hanna Rucker, Paul Bildt, Paul Esser, Lotte Loebinger, Alexander Engel
Sinopsis: Peter Munk es un joven que trabaja como carbonero y vive junto a su madre en el interior de la Selva Negra (un macizo montañoso ubicado al suroeste de Alemania). La pobreza económica, principal causa de su aislamiento social, impide que Peter pueda aspirar a conquistar el corazón de Lisbeth, una joven que vive en un pueblo cercano; pero ello no hará desistir al carbonero en su empeño, que acudirá al Vidrierillo, un espíritu bueno del bosque, en busca de ayuda. El Vidrierillo satisfará varios deseos de Peter: bailar como Hannes Schlurker, el rey del baile, tener siempre tanto dinero en el bolsillo como Ezequiel, un usurero del lugar, y poder adquirir en una subasta la vidriería que pertenecía anteriormente a un tal Winkritz. Por desgracia, Peter perderá todas sus ganancias a causa del juego, y, ante la negativa del Vidrierillo a ayudarle de nuevo, reclamará la ayuda del gigante holandés Michael, el cual le proporcionará riquezas y un corazón de piedra a cambio de obtener el auténtico corazón del joven. Peter aceptará el trato, pero tras conseguir lo que quería, dinero y casarse con Lisbeth, provocará la muerte accidental de su amada, acontecimiento que le hará consciente de que su nuevo y frío corazón no le permitirá alcanzar la felicidad, por lo que Peter decidirá hacer lo posible para recuperar su corazón de carne.
Resulta curioso comprobar como, de forma prácticamente invariable, los nombres que más prontamente acuden a la mente del aficionado, cuando este piensa en los realizadores alemanes más importantes que ha dado la historia del cine, estos sean siempre los de Fritz Lang, Friedrich Wilhelm Murnau, Max Ophüls, Douglas Sirk o Georg Wilhelm Pabst. Es decir, realizadores todos ellos que, en mayor o menor medida, y por razones estrechamente relacionadas con la época y acontecimientos que les tocó vivir, emigraron de su tierra y rodaron una parte significativa de sus respectivas filmografías en países como Estados Unidos, Francia o Italia. Ya en los años 60, la nueva ola del cine alemán, capitaneada por realizadores de la importancia de Rainer Werner Fassbinder, Wim Wenders o Werner Herzog (los dos últimos también acostumbrados a rodar habitualmente fuera de su país, aunque en ambos casos más por una libre y personal elección artística que no por una necesidad vital), consigue una notable proyección a nivel internacional, y una significativa nómina de realizadores, que surgen aproximadamente a la par, o algunos años después de los mencionados, permanece sólidamente anclada en la mente del cinéfilo actual.
Las preguntas, entonces, resultan inevitables: si los realizadores más destacados del cine alemán pertenecen bien al cine mudo, bien a los inicios del sonoro, o bien al cine moderno que surge con fuerza en el país (así como en muchos otros países) como consecuencia de la onda expansiva provocada por el terremoto cinematográfico originado por los cineastas de la Nouvelle Vague, ¿quienes son, entonces, los realizadores alemanes que ejercían mayormente su oficio en Alemania durante las décadas que van de los años 30 a los años 60? y ¿por qué apenas son conocidos por los aficionados actuales la mayor parte de ellos?
Algunos de aquellos realizadores, muy desconocidos en la actualidad excepto por algunas ediciones en DVD, responden a los nombres de Carl Froelich, Frank Wisbar, Gustav Ucicky, Helmut Käutner o Reinhold Schünzel, entre muchos otros. Otro de ellos, todavía más desconocido que los antes mencionados, es el realizador Paul Verhoeven, quien tiene en su haber un total de nada menos que 61 películas, de las cuales aproximadamente un tercio pertenecen al ámbito de la televisión. Su carrera profesional empieza en 1937 y finaliza en 1972, y su film más conocido (y también el único que he tenido la oportunidad de ver) es Corazón de piedra, que he podido comentar recientemente para la página de cine fantástico y terror KlownsAsesinos.com. Creo que Corazón de piedra tiene numerosas virtudes y más bien pocos defectos, y como adaptación de un cuento infantil de Wilhelm Hauff (recorrido, como siempre en estos casos, por el horror y la crueldad), resulta modélica y bastante más interesante en sus resultados artísticos que los reflejados en producciones recientes como la Alicia en el país de la maravillas de Tim Burton, o El secreto de los hermanos Grimm de Terry Gilliam.
A quién le haya picado la curiosidad por averiguar algo más acerca de este tan desconocido como notable film, le invito a pinchar en el enlace de abajo, que le conducirá directamente a la crítica correspondiente.
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