Título Original: The Last Airbender
Año: 2010
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 103 min
Director: M. Night Shyamalan
Guión: M. Night Shyamalan
Actores: Noah Ringer, Dev Patel, Nicola Peltz, Jackson Rathbone, Shaun Toub, Aasif Mandvi
Sinopsis: El mundo esta dividido en cuatro naciones: Tierra, Aire, Agua y Fuego. El príncipe Zuko, hijo de Lord Orzai, el soberano de la Nación del Fuego, ataca a un pequeño poblado de la Nación del Agua, encontrando en el lugar de forma inesperada a Aang, un niño que puede ser el último Avatar: un señor del viento cuyo poder puede inclinar la balanza de la victoria a favor de la nación a la que aquel decida ayudar en la gran contienda entre naciones que está a punto de dar inicio. Pero Aang está decidido a restablecer la paz en el planeta, y para lograrlo viajará hasta la nación de la Tierra, con la intención de convencer a sus habitantes de que se unan a la nación del Agua (representada por dos jóvenes hermanos, Sokka y Katara) y a la del Viento (cuyo único superviviente es el propio Aang) para enfrentarse conjuntamente a la nación del Fuego, que pretende sojuzgar al resto de naciones.
LA DESORIENTACIÓN ARTÍSTICA DE SHYAMALAN
Sorprende (relativamente) la acogida dispensada al último film de M. Night Shyamalan: varios son los críticos que han escrito negativamente acerca de "Airbender. El último guerrero" aludiendo a la ausencia en pantalla de las más reconocibles huellas del "autor". Y si, como decía, me parece sorprendente el asunto, es por que resulta prácticamente imposible pasar por alto la implicación de Shyamalan en este proyecto: el realizador de origen hindú no sólo ha asumido las tareas de dirección, guión y producción de esta adaptación en imagen real de una popular (por lo menos en Estados Unidos) serie de dibujos animados, sino que además se identifica por completo con un material de partida que presenta numerosos puntos de contacto con su filmografía previa; veamos: Aang (Noah Ringer) es un niño con la capacidad para manipular a su antojo las fuerzas del viento, en un planeta (el que describe el film), que está formado por cuatro naciones: Tierra, Aire, Agua y Fuego. El destino de Aang está misteriosamente unido al del también joven príncipe Zuko (Dev Patel), hijo de Lord Ozai (Cliff Curtis), señor de la nación del fuego, de un modo similar a como lo estaban los destinos de David Dunn (Bruce Willis) y Elijah Price (Samuel L. Jackson) en "El Protegido" (Unbreakable, 2000): ambos personajes representan a polos opuestos que se atraen y están destinados a enfrentarse, y cuyas respectivas energías resultan, pese a todo, necesarias para preservar el equilibrio del planeta. En realidad, Aang es considerado un Avatar, el único maestro del Aire que queda en el planeta y que puede proporcionar la paz a las cuatro naciones, constantemente enfrentadas entre sí: la filosofía determinista de shyamalan vuelve a hacer acto de presencia en "Airbender. El último guerrero", de un modo similar a como lo hacía en "Señales" (Signs, 2002), "La joven del agua" (Lady in the Water, 2006) o "El incidente" (The Happening, 2008): el equilibrio en el universo puede romperse o restablecerse por las decisiones tomadas por un solo individuo, y todos los actos que llevan a cabo este o los demás personajes de sus films obedecen a destinos probablemente decididos de antemano por un ente superior.
Al poco de dar inicio el relato, queda meridianamente claro que la personalidad de Shyamalan está presente en el film, pero con la rotunda diferencia de que, en esta ocasión, el talento narrativo y visual del realizador parecen haberse esfumado casi por completo: las primeras secuencias de "Airbender. El último guerrero", que describen la apacible vida en un poblado de la Nación del Agua, hasta la inmediata y nada amistosa aparición en el lugar del príncipe Zuko (Dev Patel), acompañado por varios soldados del ejército de su padre, Lord Ozai, soberano de la Tierra del Fuego, están desprovistas de cualquier tipo de intensidad dramática, y durante su desarrollo emergen algunos aspectos negativos (y ninguno positivo) del cine de Shyamalan: el realizador no siempre ha sabido escoger y dirigir a los actores infantiles o juveniles de sus films, como demuestra la antipática labor en "El Protegido" de Spencer Treat Clark, el actor que encarnaba en este film al hijo de David Dunn (Bruce Willis), y "Airbender. El último guerrero", film en el que los roles principales recaen sobre actores jóvenes, es un verdadero muestrario de interpretes mal escogidos y peor dirigidos: Noah Ringer (Aang), Nicola Peltz (Katara), Jackson Rathbone (Sokka) o Seychelle Gabriel (Princesa Yue) parecen haber sido elegidos para encarnar a sus respectivos personajes antes por su exotismo físico que por su carisma ante la pantalla o por sus capacidades interpretativas, aunque en su defensa haya que señalar que la mayor parte de ellos no tienen demasiada (o ninguna) experiencia en cine, y por lo tanto es el propio Shyamalan quien los dirige de forma harto torpe: Dev Patel, a cargo del príncipe Zuko, y conocido gracias a su protagonismo en "Slumdog Millionaire" (Ídem, 2008, Danny Boyle), es el único actor joven que parece tener claro su cometido en el film, aunque el realizador subraye constantemente y de forma poco sutil la maldad del personaje que aquel interpreta, obligando al actor a exagerar su caracterización.
Otro aspecto negativo, constantemente presente en la filmografía del realizador hindú, pero que en esta ocasión resulta todavía más pernicioso, son los poco afortunados toques de humor que salpican el film: Shyamalan carece por completo de un sentido de la espontaneidad humorística, haciendo extraordinariamente torpes todos los instantes (que no son pocos) en los que este intenta ganarse mediante el humor las simpatías del público (ej: el intercambio de miradas entre unos repentinamente enamorados Sokka y la princesa Yue; o los constantes errores en los que incurre Katara al hacer uso de sus poderes de manipulación y congelación del agua): el humor shyamalano ya era especialmente repelente y tontorrón en las dos anteriores películas de Shyamalan, "La joven del agua" y "El incidente".
Las abundantes y muy poco afortunadas escenas de acción del film demuestran que Shyamalan no es el realizador más apropiado para este tipo de films, pues parece sentirse completamente incómodo e inseguro con el ritmo que demandan las coreografías de artes marciales y las situaciones muy dinámicas: Shyamalan es un realizador más interesado por la introspección psicológica y la creación de atmósferas fantásticas, que requieren de tempos narrativos mucho más reposados, como muy bien demuestra un film como "El Protegido", que en manos de un realizador menos imaginativo hubiera devenido fácilmente un mediocre film de supehéroes con cientos de efectos especiales, y que el talento del hindú convertía en un film harto sugerente y imaginativo, además de excelentemente planificado, en el que la escena de acción más destacada del film, aquella en la que David Dunn se enfrentaba a un psicópata en el interior de una casa, destacaba antes por su ritmo sostenido y por una extraordinaria creación de suspense que no por su acción propiamente dicha.
Si Shyamalan lograba, en "El sexto sentido" (The Sixth Sense, 1999), que los constantes contactos del pequeño Cole Sear (Haley Joel Osment) con lo sobrenatural devinieran visualmente naturalistas, en "Airbender. El último guerrero", las visiones que Aang tiene de la cruel masacre de su pueblo, en la que han perecido los monjes que le enseñaron los secretos del Aire y todos los jóvenes compañeros que aprendieron junto a él, son mediocremente filmadas por Shyamalan, quien recurre a poco elegantes efectismos visuales para dotar de truculencia a las visiones de muerte que tiene el pequeño, acercando peligrosamente el aspecto visual de su film al de producciones mucho más convencionales. El acercamiento constante, en la confección de las imágenes de "Airbender. El último guerrero", al estilo de films comerciales y generalmente muy diferentes a las obras y intenciones artísticas de Shyamalan, queda todavía más puesto de relieve cuando el realizador copia algunos de los signos de identidad visuales más característicos de films como Matrix (The Matrix, 1999), dirigida por Andy y Lana Wachowski (y no, no me he equivocado, Larry ahora se llama Lana...) o 300 (Ídem, 2006), dirigida por Zack Snyder. Respecto a esta última película, Shyamalan filma una de las peleas que Aang mantiene con soldados de la Nación del Fuego recurriendo a un plano general que muestra el avance constante del Maestro del Aire entre sus contricantes al modo de un videojuego tipo Final Fight (es decir, con los actores filmados de perfil a cámara), y con constantes y bruscos zooms de acercamiento (cuando Aang propina un golpe a uno de sus rivales) o alejamiento (cuando Aang prosigue su avance por el campo de batalla) que remiten claramente a los que tenían lugar en algunas secuencias del film que enfrentaba a espartanos y persas.
Pese a todos los defectos mencionados, que hunden por completo al film, merece la pena destacar la insistencia del realizador por utilizar un tipo de planificación que le había dado excelentes resultados expresivos en anteriores films suyos, y que en esta ocasión, debido principalmente al endeble guión y a la poco destacada dirección de actores, no acaba de brillar a la altura deseada. Me refiero a los planos en los que Shyamalan incluye dos términos de imagen diferenciados (uno más cercano a cámara y otro más lejano) para provocar contrastes entre personajes, crear una determinada atmósfera o, simplemente, expresar determinadas ideas que le interesan. Al respecto, y para entender mejor este aspecto del cine de Shyamalan, recomiendo leer mi crítica de "El Protegido" en KlownsAsesinos.com, en la que se incluyen varias imágenes del film a modo de ejemplo. En "Airbender. El último guerrero" quizá existan planos y ideas valiosas diseminados por el metraje del film, pero no creo oportuno detenerse en ellas por que, al fin y al cabo, quedan completamente diluidas en el mediocre resultado final del film, y en un film dirigido por Shyamalan no debería ser necesario un esfuerzo suplementario para encontrar ideas que dignifiquen el resultado global de una de sus obras.
La teórica implicación personal de Shyamalan en "Airbender. El último guerrero" no implica, como he intentado explicar en las líneas anteriores, que el resultado del film sea positivo: en realidad, hace todavía más incomprensible el balance negativo del mismo, y no oculta al seguidor más fiel al cine del realizador la galopante desorientación artística que este parece sufrir en la actualidad, quizá motivada por la pobre acogida de crítica y público que obtuvieron sus anteriores películas, "La joven del agua" y "El incidente". Shyamalan parece querer recuperar el beneplácito de público y crítica renunciando en lo más esencial a si mismo, y lo peor de todo es que el aceptable éxito obtenido en la taquilla americana (y en general a nivel mundial) por su último film permite augurar que, con casi toda probabilidad, las dos secuelas previstas para el film se lleven a cabo: Shyamalan quizá permanezca desaparecido para sus seguidores durante más tiempo del deseado.
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