jueves, 8 de julio de 2010

BROOKLYN´S FINEST (ÍDEM, 2009, ANTOINE FUQUA)

Título Original: Brooklyn´s Finest
Año: 2009
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 132 min
Director: Antoine Fuqua
Guión: Michael C. Martin
Actores: Richard Gere, Don Cheadle, Ethan Hawke, Wesley Snipes, Vincent D´Onofrio, Bryan F. O´Byrne

Sinopsis: Eddie es un veterano policía, al que un inesperado acontecimiento laboral provocará que toda su trayectoria "al servicio del ciudadano" sufra un importante cambio cuando apenas le quedan siete días en el cuerpo para jubilarse. Tango es un policía infiltrado en un grupo de afroamericanos traficantes de droga. Su misión, que no es otra que lograr desarticular el operativo de la banda, verá amenazada su conclusión cuando Tango sea consciente de que a Caz, líder de la misma y buen amigo suyo, alguien muy cercano quiere matarle. Sal es un joven policía, casado con Angela y con varios hijos a su cargo, al que su pobre sueldo en el cuerpo empieza a preocuparle, pues su mujer vuelve a estar embarazada, esta vez de mellizos. La solución más inmediata para sus problemas económicos aparecerá cuando, durante una redada a un grupo de traficantes, Sal descubra el paradero de una importante cantidad de dinero, y tome la decisión de no comunicar este dato al cuerpo de policía. Tres historias. Tres policías trabajando en el barrio de Brooklyn, situado en la ciudad de Nueva York. Tres personas cuyo destino está a punto de verse desviado.



Hay un par de momentos, que tienen lugar durante el metraje de la película de Antoine Fuqua, que demuestran que éste es un realizador con cierto talento.
Ambos instantes están relacionados con el policía llamado Sal (Ethan Hawke), un agente y padre de varios hijos que, ante la certeza de que dos nuevos retoños están de camino, pues su mujer está de nuevo embarazada, y ante la perspectiva de que su sueldo en el cuerpo de policía no le alcanzará para salir adelante holgadamente con toda su familia, decide dejarse llevar por su (natural) instinto de supervivencia y, como se suele decir vulgarmente, "dar el palo" a unos traficantes de droga, a los que pretende robar una importante cantidad de dinero. Uno de los instantes mencionados es, precisamente, el que expresa visualmente como va tomando forma en la mente de Sal la idea de robar el dinero: durante una redada a los mismos traficantes de droga, que se encuentran escondidos en el interior de un sucio apartamento de Brooklyn, uno de los enormes barrios de la ciudad de Nueva York, Sal se queda sólo, por unos instantes, junto a una mesa sobre la que hay desparramada una importante cantidad de dinero. Fuqua utiliza un encuadre que muestra en primer término de la imagen y en ángulo contrapicado la montaña de dinero, y detrás de la mesa sobre la que se encuentra este, al propio Sal, con el rostro transfigurado y en evidente tensión, acercando sigilosamente  su mano al vil metal. La fotografía, además, acentúa visualmente la importancia dramática que adquiere el dinero en el conjunto del plano, al derramar sobre este una considerable cantidad de luz dorada, al modo, para entendernos, de lo que es habitual en los trabajos lumínicos realizados por el operador Robert Richardson junto a Martin Scorsese (Al límite, 1999; El aviador, 2004; Shutter Island, 2010). El plano transmite, sin medias tintas, y de forma no especialmente sutil, los convulsos sentimientos de Sal, y las intenciones que empiezan a abrirse paso en el interior de su mente. La obsesión que la posesión de dinero ha adquirido para el personaje quedará definitivamente señalada en el otro momento al que me refería: Sal ya ha tomado una decisión respecto al futuro que les espera, a él y a su familia, sin la ayuda de más dinero, y se dirige al piso en el que espera encontrar la solución a sus problemas. Tras abrir, al modo de un ladrón, la puerta de la guarida de los traficantes, Sal irrumpe en el interior y dispara a los tres jóvenes negros que encuentra a su paso, tras lo cual busca compulsivamente el lugar donde aquellos esconden el dinero, hasta finalmente encontrarlo. Durante esta secuencia, una oscura (pero apropiada, dadas las circunstancias) canción de rap (1)*, cuyo sonido proviene de un reproductor de música que se encuentra en el interior del piso, escupe de forma obsesiva las palabras "money, money, money", seguidas en alguna ocasión por la frase "muhfucker...where my fuckin money?" (algo así como "hijo de puta, ¿dónde está mi jodido dinero?"). El empleo de la canción en esta secuencia, al igual que la iluminación de la mesa cubierta por dinero en la otra mencionada líneas arriba, no pueden ser calificados de efectos dramáticos sutiles, más bien de todo lo contrario: destacan decididamente por su obviedad, pero me parecen, en ambos casos, soluciones realmente atractivas y apropiadas, pues, al fin y al cabo, los sentimientos humanos de ambición desmedida y avaricia nunca destacan por ser precisamente sutiles.


Lamentablemente, la labor visual de Antoine Fuqua en "Brooklyn´s Finest" no está siempre a la misma altura, y el realizador americano recurre con excesiva insistencia a los primeros planos y a soluciones visuales tan "clásicas" (cuando se apoyan en diálogos sólidos y en actores que transmiten una fuerte presencia ante la cámara) como el plano-contraplano. Ambas decisiones parecen ser conscientemente asumidas por Fuqua para dotar de mayor seriedad y vehemencia a una propuesta, que, francamente, y pese a sus indudables pretensiones de erigirse en un thriller épico-dramático de considerables proporciones, está repleta de diálogos de manual y no especialmente sólidos y/o densos. Recurrir al plano-contraplano para ilustrar ciertos diálogos que pretenden ser muy importantes, y al mismo tiempo centrar la atención del espectador en ellos, puede, como es el caso, atenuar la intensidad de algunas secuencias, por fuerza de ser excesivamente reduccionista a un nivel formal-creativo. No es lo mismo un denso y brillante diálogo, filmado de ese modo aparentemente funcional (plano-contraplano), pero intenso, en una película policíaca de, pongamos por caso, un realizador más sólido narrativamente como Sidney Lumet (Distrito 34: corrupción total, 1990; La noche cae sobre Manhattan, 1996; Antes que el diablo sepa que has muerto, 2007), que la misma solución visual aplicada a diálogos mucho más simples y, en ocasiones, banales, como ocurre en el film que nos ocupa.
La solvencia narrativa que presentaba "Training Day" (Ídem, 2001), el film que dio fama a Fuqua, desaparece en esta ocasión para dar paso a cierta grandilocuencia narrativa poco (o nada) ajustada a la verdadera calidad del guión firmado por el debutante Michael C. Martin. Aunque todavía peores fueron los resultados artísticos obtenidos por David Ayer, el guionista de la misma "Training Day", en su debut personal como realizador, con la muy risible y ridícula "Vidas al límite" (Harsh Times, 2005): aún recuerdo, casi con irónica nostalgia, la secuencia de este film en la que Christian Bale y Freddy Rodríguez dejaban de lado sus elegantes trajes para poder lucir musculación y tatuajes al entrar en un local de tipos duros en el que esperaban no llamar demasiado la atención: los resultados obtenidos gracias su "inteligente" decisión eran francamente divertidos, aunque la película era, secuencia a secuencia, un constante sinsentido.


"Brooklyn´s Finest" da inicio con una secuencia, y un diálogo, a los que probablemente alguien como Tarantino hubiera sacado algo más de jugo. La mención al realizador de "Reservoir Dogs" o "Malditos bastardos" no es gratuita, pues el dichoso diálogo tiene no poco de tarantiniano: en el interior de un coche, un tipo llamado Carlo (Vincent D´Onofrio) habla con Sal, el policía interpretado por Ethan Hawke, acerca del significado de conceptos como correcto/incorrecto, y ultracorrecto (righter) o ultraincorrecto (wronger) (estos dos últimos términos, como muy bien indica el propio Sal, no existen como tales): las palabras de Carlo, y el significado que encierran, pretenden ilustrar y anticipar la dimensión de los conflictos individuales que deberán resolver a lo largo del relato tanto el propio Sal, como Eddie (Richard Gere) o Tango (Don Cheadle). La conversación contiene no pocos equívocos y ambigüedades respecto a la relación que une a ambos personajes, Sal y Carlo, y se desarrolla de forma peculiar hasta que, finalmente, Sal pega un tiro en pleno rostro a Carlo. Por si esto fuera poco, y para demostrar que la influencia de Tarantino en esta secuencia es bastante obvia, el diálogo, filmado en plano-contraplano una vez la cámara de Fuqua se encuentra en el interior del vehículo, ha ido acompañado inicialmente (y manteniendo oculta por unos instantes la identidad de los personajes que lo mantienen), mediante un lento y sigiloso movimiento de cámara acercándose al vehículo desde el exterior. Es posible que, filmada por Tarantino, el conjunto de la secuencia hubiera gozado de una articulación visual-narrativa algo más vistosa y, más probablemente, una duración y un tempo bastante más estirados, pero lo más curioso es que introduce en el film una peculiaridad en la caracterización de los personajes que no encuentra prolongación alguna en el resto del metraje.
Para entendernos, la ambigüedad, la ironía y la mala leche de la que está revestida esta secuencia no tiene nada que ver con las situaciones y personajes, mucho más canónicos, que se adueñaran de "Brooklyn´s Finest" a partir de la secuencia siguiente, lo que enfatiza, en mi opinión, la condición de guión primerizo de la que adolece la labor del debutante Michael C. Martin. Las pretensiones de Fuqua de llevar el género policíaco un paso (o varios) más allá de lo habitual en estos últimos años se encuentran paralizadas por un guión que es un guiño constante a las raíces y películas más habituales en el thriller policíaco desde los años 70, y hasta alcanzar al consabido Tarantino. La estructura del guión, dividido en tres historias (con sus respectivos protagonistas), cuyos correspondientes clímax dramáticos acaecerán al mismo tiempo (y casi, casi, en el mismo espacio), también recuerdan, y no poco, a films como "Pulp Fiction", del propio Tarantino, "Crash", de Paul Haggis, y tantos otros estrenados a lo largo de la última década.



Otro de los problemas de "Brooklyn´s Finest" (desde mi punto de vista, obviamente) reside en su plantel de actores, que no resulta todo lo cohesionado y sólido que debería.
En este sentido, Ethan Hawke sale peor parado que el resto de sus compañeros. Si el actor, en su anterior colaboración con Fuqua (la ya citada en este texto "Training Day"), se revelaba una opción adecuada para interpretar a un novato que descubría, acompañando a un duro compañero, interpretado por Denzel Washington, el turbio funcionamiento del cuerpo policial, en esta ocasión, la teórica evolución de su personaje anterior (el actor tiene 8 años más; el agente al cual interpreta ya no es, ni mucho menos, un novato) resulta poco creíble por diversos motivos. Uno de ellos, quizás el más importante, es la chirriante "performance" de Hawke en los momentos en los que su personaje tiene dudas religiosas y morales. La definición de la religiosidad del personaje no resulta creíble, por endeble, desde el propio guión (parece más bien una pobre argucia de guionista para dotar de densidad y, lo que es peor, "seriedad", a la propuesta), pero la excesiva interpretación   y gesticulación del actor, en los momentos en que los diálogos que tiene a su cargo están revestidos, supuestamente, de mayor profundidad , termina por dinamitar las pretensiones dramáticas depositadas en el personaje por guionista y realizador. Mucho mejor está Hawke en secuencias como la que tiene lugar durante el clímax dramático (que no desvelaré aquí) que atañe a su personaje: en ese momento, la inicial tensión contenida del personaje, y su inmediato nerviosismo en una situación realmente peligrosa, sí resultan adecuadamente transmitidas al espectador por el actor.
En lo referente a Richard Gere, cuya labor, a lo largo de su carrera, (casi) siempre se ha caracterizado por la inexpresividad y la sosez interpretativas, se puede decir que su elección resulta apropiada (sin ser excepcional) para interpretar con cierto patetismo a Eddie, ese policía, denostado por casi todos sus compañeros y superiores, al que un golpe del destino proporcionará, finalizados sus días en el cuerpo, una ocasión única de actuar como su profesión demandaba. La prestación de Gere se revela especialmente valiosa, al igual que la de Hakwe, en el clímax dramático que atañe a su personaje.

Lo más positivo del reparto reside en la labor del excelente Don Cheadle (a cargo del policía infiltrado apodado Tango), la del también excelente actor irlandés Brian F. O´Byrne, que interpreta al mejor amigo y fiel compañero de Sal (Ethan Hawke), o en actores secundarios poco (o nada) conocidos, como los que tienen a su cargo los papeles de los traficantes llamados Gutta y Slim.




(1)* Se trata de la canción "Where´s my money?", de Busta Rhymes.


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