jueves, 4 de abril de 2013

PARSIFAL (1969, DANIEL MANGRANÉ)

Título Original: Parsifal
Año: 1951
Nacionalidad: España
Duración: 95 min
Director: Daniel Mangrané y Carlos Serrano de Osma
Guión: Daniel Mangrané (Argumento), Carlos Serrano de Osma (Adaptación), Francisco Naranjo (Continuidad), José Antonio Pérez Torreblanca (Diálogo). Versión libre de los antiguos poemas y leyendas del Santo Grial y del Festival Sagrado de Richard Wagner.
Actores: Gustavo Rojo, Ludmilla Tchérina, Félix de Pomés, Jesús Varela, Ángel Jordán, Alfonso Estela


Sinopsis: En el siglo V España es invadida por los bárbaros y en las filas de estos tiene lugar un enfrentamiento entre el arquero Roderico y otro guerrero llamado Klingsor. Las diferencias entre ambos hombres se dirimirán en un combate con espada en el que Roderico vencerá inicialmente a Klingsor, pero aquel cometerá el imprudente error de perdonar la vida y dar la espalda a su rival, circunstancia que será vilmente aprovechada por el mismo para acuchillar mortalmente a Roderico. Seguidamente, Klingsor eliminará al líder de los bárbaros, y se proclamará nuevo caudillo del ejército bárbaro. La embarazada mujer de Roderico huirá a las montañas y en ellas dará a luz a un niño. Años después, la mujer morirá trágicamente mientras busca alimento para su pequeño, que quedará huérfano y será adoptado a partir de entonces por una perra salvaje. El hijo de Roderico crecerá en las montañas, alejado de la barbarie de la civilización, hasta convertirse en todo un hombre, y un buen día este se encontrará con Anfortas y otro Caballero del Grial, recibiendo de los mismos el nombre de Perceval y la misión de unirse a ellos en la búsqueda del Santo Grial. Mientras se dedica a la tarea encomendada, el destino conducirá los pasos de Perceval nuevamente hasta Klingsor, el cruel y destructivo asesino de su padre. Un enfrentamiento decisivo entre ambos hombres tendrá lugar, adquiriendo este un valor simbólico, al ser Perceval el representante de la pureza y la bondad, y Klingsor la viva imagen de la avaricia y la maldad.



Numerosas y diversas han sido las adaptaciones cinematográficas que hasta el momento han tenido las legendarias aventuras del rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda. Desde Los caballeros del rey Arturo (Knights of the Round Table, Richard Thorpe, 1956) hasta El rey Arturo (King Arthur, Antoine Fuqua, 2004), pasando por la que tal vez sea la más popular de todas, Excalibur (ídem, John Boorman, 1981). Todas ellas derivadas, en mayor o menos medida, de la interpretación que de los mitos dio Sir Thomas Malory (1399/1405-1471) en el conocido libro La muerte de Arturo. Por su parte, el caballero Lanzarote del Lago asumía el protagonismo de la tradicional La espada de Lancelot (Lancelot and Guinevere, Cornel Wilde, 1963) o de la perfectamente olvidable El primer caballero (First Knight, Jerry Zucker, 1995), sin dejarnos en el tintero un extraordinario film del gran Robert Bresson: Lancelot du Lac (1974).

Precisamente la obra de Bresson, alejada por completo de los parámetros del cine convencional, me permite introducir las igualmente peculiares, eclécticas y atractivas traslaciones al cine que han tenido las peripecias del otro personaje clave de los Caballeros de la Mesa Redonda, Perceval: Perceval le Gallois (Eric Rohmer, 1978) -inspirada en la novela inacabada de Chrétien de Troyes (1135-1190)-, Parsifal (Hans-Jürgen Syberberg, 1983), y por supuesto la película a la que dedico un artículo en la sección Re/visiones de la revista digital Transit: cine y otros desvíos, nada menos que Parsifal (1951), la ópera prima de un desconocido realizador catalán, Daniel Mangrané, que lamentablemente y pese a su interés ha quedado bastante sepultada y olvidada por el paso de los años, y que, francamente, merecería al menos ser recuperada en óptimas condiciones bien en pases de Filmoteca, o bien en (improbables) ediciones domésticas en formato DVD o Blu-Ray. Tanto el film de Syberberg como el de Mangrané apoyan su audacia conceptual en la ópera homónima de Richard Wagner, que este concibió en 1857 pero que sólo logró completar 25 años más tarde, en 1882. 

De momento, quien haya visto despierta su curiosidad por el film de Mangrané puede pasarse por el enlace que encontrará tras estas líneas, en el que hallará un texto en el que analizo algunas de las características narrativas y formales más acusadas de una obra cinematográfica ciertamente anómala.